QUERER QUERERME

Cubrí mis hombros con una hermosa manta llena de tejidos tan suaves que acariciaban mi desnuda piel. Salí a descubrir las estrellas en la fría noche de invierno. Sólo se escuchaba a través de mis pasos el crujir del pasto casi congelado. Sentía la brisa que se mezclaba entre los puntos de aquella manta y me llenaba una sensación de frescura que erizaba mi piel. Al levantar mis parpados pude ver el hermoso campo iluminado por la luz que irradia la naturaleza por las noches. Muy lentamente esa bella imagen quedaba borrosa por los lagos que en mis ojos comenzaron a nacer, cruzando mis brazos hasta mis omóplatos sentí ganas de darme ese abrazo necesitado.

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