DISIMULADA GRAVEDAD
Ella se encontraba en la sala de espera. Miraba a sus costados y se entretenía criticando para sí a cada uno de los demás pacientes. Se preguntaba si todos estarían allí por la misma razón. Escuchó el apellido que como siempre fue mal pronunciado, se acercó al mostrador y entregó su documento cuando ya la llevaban al quirófano.
Por la única razón que accedió a operarse fue por querer vivir la experiencia de estar drogada sin ser juzgada. Había escuchado que la anestesia hacía llegar a lugares increíbles.
Todo estaba listo. La vistieron con un poncho blanco y debajo, como recién nacida. Sentada en una silla de ruedas, mientras esperaba ser trasladada nuevamente, observó su propio reflejo en un vidrio, por primera vez dentro de aquel hospital sintió miedo al verse vestida así y con una gorra espantosa en la cabeza. Sabía que la operación era muy arriesgada y ella había querido quitarle importancia concentrándose en la experiencia de alguna droga. No le había dicho a ningún familiar ni amigo sobre ese día para no generar estados limites en nadie. Por un momento fue consciente de que ése podía ser el último día que besara a sus seres queridos y ella misma había decidido alejarlos, entonces ahora se encontraba muy sola con sus nervios apoderándose de todo su ser. Respiró profundamente y continuó distrayéndose con la llegada de su esperada y nueva experiencia. Ya acostada en la camilla, escuchando a todo el equipo de parecidos astronautas haciéndole chistes como si se tratara de una niña. Sólo se concentró en la jeringa que traía su anestesia, ya se estaba imaginando la sensación y entonces por fin sintió el pinchazo. Los astronautas seguían hablándole pero ahora las frases se soltaban unas de otras y mezcladas desaparecían formando polvo de nubes en movimiento.
Así entró en un estado de drogadicción del que nunca más volvió.
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