UN RECUERDO QUE MARCA
Me gusta ser mal criada. Mis padres son muy buenos en no ponerme en penitencia casi nunca. Siempre tengo la última palabra en todo. Lo que dicen mis padres es cuestionado por mí y jamás me retiro de una situación engorrosa a no ser que yo me lleve la victoria. Ayer me desperté sin interés alguno de ir a la escuela, sabía que en unos segundos estaría mi madre acariciándome la cabeza con mi taza llena de leche entre sus manos, exigiendo amorosamente que me levante. Así dormida casi sin despegar los ojos, se me ocurrió la fabulosa idea de que la maestra debía faltar ese día y así fue, la maestra faltó por problemas personales. Tomé mi taza con leche, encendí la televisión y miré mis dibujitos preferidos, que están por dejar de serlo ya que por éste año los cambiaron a la programación de la mañana, y a no ser porque mi maestra falte no podría verlos. Por la tarde una de mis compañeras de clase la cual odio tuvo la magnífica idea de preocuparse por mí y llamó a mi casa siendo atendida por mi madre. Muy pocos días de mi niñez van a quedar en mi memoria pero el día de ayer estoy segura va a ser uno de esos. El dolor que sentí por largo rato en mis nalgas gracias a las fuertes manos de mamá espero no tener que sentirlo nunca más ya que la lección de no mentir me quedo clarísima. Y ahora voy a tratar de ser más buena con mis padres.
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